La tradición del anillo de compromiso es tan antigua como la misma civilización, los anillos de compromiso significan en el mundo occidental la intención de una pareja a casarse y aceptación formal del compromiso. Representa la confianza y entrega de la pareja a la unión.
El anillo por tradición se lo lleva en el dedo anular de la mano izquierda, ya que según dice la historia, es por ese dedo que pasa la vena amoris, que conecta directamente con el corazón. Fueron los romanos los que dieron nombre a esta vena que conectaba la mano con el corazón.
En la antigua Roma, los novios entregaban un anillo de compromiso a sus futuros suegros, como parte del ritual de pedir la mano de su hija. Eran argollas de hierro que significaban fuerza y permanencia. En el siglo II A.C., los romanos entregaban dos anillos, uno al padre de la novia, y otro con forma de llave a su prometida, que solía abrir candados que custodiaban objetos importantes de la familia. Sin duda prueba de confianza.
Los antiguos egipcios entregaban anillos a sus mujeres. Se creía que había una arteria que comunicaba el dedo anular con el corazón, así que la pareja llevaba este anillo como prueba de su amor. Los egipcios creían que mediante este anillo, el amor quedaba atado y no podía escapar a través de la punta de los dedos.
Los cristianos empezaron en el siglo III a intercambiarse anillos de compromiso, aunque hubo que esperar hasta el siglo XIII para poder formalizar el rito, ya que el clero no los acepta al considerarla una “tradición pagana”. A ellos les debemos que los anillos sean de oro, material noble que enaltece el matrimonio.
En la actualidad, lo tradicional es que el anillo sea de Oro con diamante, debido a su estructura cristalina y extrema dureza.